*Un capo de medio pelo y de muy mala estrella
*Correrá la misma suerte que “El Güero Palma”
*Menos de dos años duró como jefe; sus hermanos dos décadas
José Sánchez López | La Opinión de México | Sol Quintana Roo | Sol Yucatán | Sol Campeche
Reportaje especial
Ciudad de México.- Y “El Doctor”, “El Gualín”, “El Profe” o “El Abuelito”, regresó a casa.
Eduardo Arellano Félix, de 64 años, conocido también como “El Último de los Arellano”, estuvo en el extranjero casi nueve años, pero no precisamente de visita, sino como otro más de los “distinguidos” huéspedes del Complejo Correccional Federal Allenwood de Pennsylvania bajo el número de registro 04117-748, un penal de baja seguridad.
Había sido detenido en Tijuana, Baja California, el 25 de octubre de 2008, tras un tiroteo en una zona residencial de la delegación Mesa de Otay y terminó siendo extraditado a los Estados Unidos el 31 de agosto de 2012.
Eduardo, nacido el 10 de noviembre de 1956, en el barrio El Coloso, en Sinaloa, fue el quinto de 10 hijos del matrimonio formado por Francisco Arellano Sánchez y Alicia Isabel Félix Zazueta, oriundos de mismo estado, y al igual que sus hermanos Francisco Rafael y Francisco Javier, nació bajo el signo de escorpión, emblema que utilizó el Cártel de Tijuana o el de Los Arellano Félix primero para ponerle nombre a su equipo de sonido y después para etiquetar sus paquetes de toneladas de cocaína que por décadas traficaron a la Unión Americana.
Junto con sus hermanos Benjamín, Ramón, Francisco Rafael, Francisco Javier y Enedina Arellano Félix, Eduardo fue uno los pioneros del narcotráfico en México, otro cabecilla más del feroz y sanguinario grupo criminal que por décadas hundieron en el terror no sólo a los bajacalifornianos, sino a todo el país.
Arellano Félix permaneció cuatro años encarcelado en penales mexicanos y fue extraditado a Estados Unidos acusado de asociación delictiva, lavado de dinero y narcotráfico, cargos por los que podían condenarlo a cadena perpetua, pero tras negociar con la fiscalía de Estados Unidos se redujo a 15 años de cárcel.
Quienes encabezaron el CAF durante la época en que la organización cobro mayor auge, fueron Francisco Rafael, Ramón y Benjamín, mientras que Enedina, como maestra de economía, se hacía cargo de las finanzas y el blanqueo de capitales; le seguía en ferocidad el más joven del clan, Francisco Javier, “El Tigrillo”, en tanto que el médico general Eduardo, ocupaba el último escalón del grupo, aunque no por ello era menos cruel y sanguinario que sus hermanos.
A principios del 2002, la organización criminal sufrió un declive. Ramón fue asesinado el 10 de febrero en un carnaval en Mazatlán, Sinaloa y poco menos de un mes, el 8 de marzo, Benjamín fue capturado en Puebla.
La detención de Benjamín Arellano ocurrió a la una de la mañana en una casa situada en el fraccionamiento La Escondida, en la ciudad de Puebla, con un valor aproximado de 2.5 millones de pesos, a nombre de Manuel Treviño Arredondo y cuando fue aprehendido llevaba en un maletín 4 millones de dólares.
Francisco Rafael, “La Pancha”, el mayor de los hermanos había sido sacado de circulación muchos años antes, al ser detenido en 1993, por lo que el cártel se quedó temporalmente sin una cabeza al frente.
Fue cuando el liderazgo de la organización la asumió el menor de los Arellano Félix, Francisco Javier, asesorado por Enedina, mientras que Eduardo seguía en el piso más bajo del grupo al considerarlo aún no apto para ser líder.
Pero “El Tigrillo” fue detenido el 17 de agosto de 2006 y tan sólo un mes después es extraditado a Estados Unidos; es hasta entonces que Eduardo Arellano Félix asume el poder junto con Luis Fernando Sánchez Arellano, alias “El Ingeniero” o “El Alineador” hijo de Enedina Arellano Félix.
Pero era tan sólo cuestión de tiempo para que las autoridades iniciaran una persecución policial contra los nuevos cabecillas, así que no tardó en caer Eduardo que duró solamente dos años al frente de la organización y correr la misma suerte que Benjamín y Francisco Javier.
Cuando fue detenido en el Fraccionamiento Misiones del Pedregal, Eduardo tenía un arsenal en su poder y estaba acompañado de una niña de 11 años, su hija.
Para tratar de evitar su detención dijo a los agentes federales llamarse Samuel Berramontes Flores, pero ya estaba plenamente identificado y fue aprehendido.
Como cabeza visible siguió al frente el hijo de Enedina, pero siempre bajo la batuta de su “Narcomami” que logró sostenerlo hasta el 24 de junio del 2014 cuando fue capturado en su residencia de Tijuana, cuando veía el partido de México contra Croacia, en el Mundial de Futbol de Brasil.
Luego del anuncio de que Eduardo iba a ser liberado en Estados Unidos, el canciller Marcelo Ebrard se apresuró a declarar que en México no tenía cuentas pendientes con la justicia y ninguna orden de arresto en su contra por lo que no sería repatriado a México, además de que no conocía bien a bien el estatus de la liberación de “El Doctor” por lo que desconocía si inclusive sería bajo la figura de testigo colaborador.
Cabe recordar que se declaró culpable del lavado de cientos de millones de dólares para la organización de sus hermanos, los Arellano Félix derivado de las ganancias por el tráfico de drogas; además de un cargo por conspirar e invertir el dinero en beneficio del referido grupo.
Los 15 años que le impusieron de condena quedaron muy lejos de los 140 a que era acreedor si se incluían delitos por crimen organizado, así como tráfico de marihuana y cocaína.
No obstante, al pisar suelo mexicano, Eduardo fue recapturado por agentes de la Fiscalía General de la República y llevado de nueva cuenta a la prisión ya conocida por el capo: el penal de El Altiplano, en Almoloya de Juárez, Estado de México.
Los cargos fueron probable responsabilidad en los delitos de delincuencia organizada, contra la salud y asociación delictuosa, por lo que se espera que sea juzgado y tenga que cumplir una condena no menor de 30 años de cárcel.
Por otra parte, fuentes de la FGR y de la DEA, coinciden en señalar que quien quedó al frente del Cártel de Tijuana, es Enedina, “La Narcomami” que es buscaba por la Interpol desde el 2014, tras la detención de su hijo Luis Fernando Sánchez Arellano.
La mujer, de 60 años, es quien tomó en definitiva las riendas del Cártel de Tijuana, que de ninguna manera está extinguido como lo aseguran autoridades antidrogas mexicanas y estadounidenses.
A diferencia de sus hermanos, el perfil bajo de la más inteligente de los Arellano: Enedina, diferente al de los ostentosos capos del narcotráfico mexicano en México, le ha permitido pasar desapercibida y ha logrado escapar al menos en media docena de ocasiones desde hace 20 años.